Yo ya no se ni que pedo, ando todo confundido, y es
que no se si fueron las siete cubitas que me tome o el cuadro purpura que según
el juan, hizo que el jendrix creara el experience. Salí de la fiesta a bordo de
mi motocicleta con el fin de librar las olas que se creaban en el asfalto, llegando
a mi casa sano y salvo. Son las tres de la mañana. Vivo en la calle cienega 25
de la colonia Los reyes coyoacan una colonia muy vieja al estilo colonial, la
mayoría de las calles son empedradas, sin banquetas, pareciera que fueron
colocadas a manos y con un detalle casi artístico, al pasar los autos se
escucha un sonido muy particular que me recuerda el trotar delicado y elegante de
los caballos. Es una colonia vieja y por lo tanto tiene su leyenda. Dicen
algunos incrédulos que por esta mi calle, se aparece la llorona, siempre que
escucho algo así no hago mas que cagarme
de risa y responder que ¿cómo va a ser posible?. La leyenda cuenta que en la
antigüedad en la época de la inquisición, quemaron viva a una bruja junto con
sus hijos y que ahora deambula por las noches en busca de ellos pregonando un
escalofriante –Haaaaaaaaaay mis hiiiiiijos, haaay mis hiiiijos. Que camina con un vestido blanco entre la
neblina de la madrugada. Estoy hincado en el sofá de la sala, viendo atreves de
la cortina de la ventana. Los colores
que hace un rato decoraban mi visión se han esfumado, apagado, todo esta en
blanco y negro como película gacha y la estoy viendo. Escucho ese famoso
escalofriante haaaay mis hijos. No puedo dar crédito a lo que ven mis ojos. Se
esta alejando, pasa frente a mi casa, me esta viendo, la hija de la chingada me
esta viendo. Le indico con el dedo índice en señal de negación que aquí no
están, encojo los dedos de la mano y le pinto unos guevotes. Bajo del sillón y
me retiro confundido a escuchar purple haze del Hendrix.
a por las yemas de los dedos y separo dos para mi, dos billetes para el
huicho y para el tito la recompensa fue mayor este recibió seis grandes y
coloridos billetes. Hoy son las nueve de la noche y como todos los jueves
esperamos al tío huele patas bajo el faro fundido del callejón del cine fray Servando.