viernes, 15 de noviembre de 2013

El tio huele patas

El ñor siempre llegaba puntual a las 11 de la noche, nos lo había presentado la michell, un travesti que alquilaba sus servicios en el cine Teresita. Nos dijo:- Que onda chicos, se quieren ganar unos centavitos? -Ahuevo dijimos el papero y yo, -Que hay que hacer? – Miren les voy a presentar a un cliente que anda buscando chavitos como ustedes callados y cabrones. Esos éramos nosotros. Al día siguiente nos cito a las diez de la noche. El papero tenía nueve años, yo, uno menos, vivíamos en la vecindad que estaba a espaldas de el cine, un mes atrás podíamos entrar por un escondite, veíamos las películas para adultos que ahí se proyectaban, teníamos acceso a un pasillo que daba a los baños de las mujeres, hasta que un día, el “jorobas” grito mientras miraba por el agujero - “Que culoooote” Salimos corriendo y nunca más volvimos a entrar, nuestros días de voyeuristas habían terminado. En nuestra primer cita llego la michell con el tío huelepatas, nos presento. Este chaparrito cabron, es el avestruz y este el papero dijo señalándonos a cada uno. El tío le dio un billete y ella se marcho. Nos invito a subir a la parte trasera de su auto, un gran marquis negro como de juda, impecable, el era gordillo, siempre traía sombrero, tendría un cincuentón, muy elegante. Quítense los zapatos indico desde el volante, ahora suban los pies al asiento, seguimos sus instrucciones con algo de pena pues mis calcetines no estaban tan limpios en esa ocacion, comenzó a olerlos nos hacia cosquillas el muy cabron, no los tocaba con sus manos solo los olía, al cabo de unos minutos nos decía enérgico – Bajen del auto, nos daba un billete a cada quien y se marchaba. Mientras nos olía los pies hacia unos movimientos extraños bajo el volante, antes de dar la orden de bajar pegaba un grito eufórico, sudaba, gemía, si si decía Ohhhh,si,si, mami, mamita chula. Chiales. Nos mirábamos el papero y yo, reíamos, nos imaginábamos lo que hacia pues nunca pudimos ver bien si se tocaba o que demonios hacia, pues nuestras cabezas estaban en la parte inferior del respaldo siempre del asiento trasero. Cada semana llegaba puntual a las once de la noche, nuestros amigos comenzaron a ver que el papero y yo traíamos dinero, y nos preguntaban que de donde salía tanto dulce, que, que hacíamos para tener tanto dinero, nuestras familias eran muy pobres, mi madre me comenzaba a cuestionar el porque del dinero. Habíamos acondicionado ya el lugar donde el tío huele patas se estacionaba, rompimos a pedradas el foco del faro de la calle para que el tío se sintiera cómodo y en privacidad. Un mal día, el jorobas se acerco al auto mientras el tío nos olía los pies, llego en concluyas se lebanto y poniendo el rostro en la ventanilla con las manos rodeando sus ojos y grito “ya los cache cabrones, los voy a acusar”, salió corriendo, baje del auto descalzo a toda velocidad lo alcance y lo invite mas ahuevo que de ganas a formar parte del equipo, a este wei le olían las patas horribles, no lo habíamos invitado por eso mismo nos decíamos, si llevamos a este wei lo va a osgarmear y nos va a bajar la chamba. Ahora era parte del equipo y había que competir contra su brutal olor, así que durante toda la semana no nos cambiábamos los calcetines, mi madre me decía: -Ya quítate esos pinches calcetines José, nos vas a matar un día de estos cabron!. Yo no hacía caso tenía que tener el peor de los olores para que el tío no me remplazara. El tío cada vez que olía las patas del jorobas se tocaba mas rápido y antes de bajarnos pegaba un grito ensordecedor, el jorobas estaba ganando espacio. Los chismes se corrieron, ese pinche jorobas no supo guardar nuestro secreto, nunca fue discreto, divulgo lo del tío, todos los niños de la vecindad sabían de donde salía el dinero. Ahora éramos como nueve los chamacos que esperábamos al tío huele patas, desde las siete de la noche nos reuníamos, apenas veíamos estacionar y corríamos al auto, nos formabamos en linea , el tío escogía ha cuatro o cinco señalándonos, a veces yo me quedaba en la fila, no era justo pues yo junto con el papero fuimos los primeros en conocerlo. Él nunca nos toco, solo nos hacia cosquillitas, no nos daba miedo, por el contrario sentíamos un cierto aprecio por él. Comenzó a faltar esporádicamente a nuestra cita, ahora iba una vez al mes hasta que dejo de ir. Pues realmente mejor para él, porqué nuestras familias ya se estaban dando cuenta y tal vez hasta en la madre le hubieran dado. El jorobas cada vez se dejaba ver menos comenzo a llegar en motito, despues el y su familia se cambiaron y desde entonces no lo volvimos a ver.

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